domingo, 21 de octubre de 2012

Marathon du Grand Toulouse: Día - 7

Dicen los que saben que en el entrenamiento para un maratón hay que repartirse algo así como 50 km a lo largo de la semana incluyendo una carrera larga el fin de semana. Por otro lado, también recomiendan descansar el último fin de semana justo antes de la carrera. Hoy es ese último fin de semana así que en lugar de correr me quedo en casa y escribo aquí. 

Wikipedia informa:
  • Un maratón es una prueba atlética de resistencia con categoría olímpica que consiste en correr una distancia de 42.195 metros. 
  • Su origen se encuentra en el mito de la gesta del soldado griego Filípides, quien en el año 490 a. C. habría muerto de fatiga tras haber corrido unos 40 km desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa. ¡Que motivante!
  • El récord del mundo en el maratón masculino pertenece al kenyano Patrick Makau. El 25 de septiembre de 2011 terminó el maratón en 2 horas, 3 minutos y 38 segundos.
  • El récord del mundo en el maratón femenino pertenece a la inglesa Paula Radcliffe. El 13 de abril de 2003 terminó el maratón en 2 horas, 15 minutos y 25 segundos. 
  • En Toulouse, el récord anda entre 2h 10 y 2h 15. 
  • Durante el maratón, uno puede golpear el muro. Esta expresión se utiliza en deportes de resistencia como el atletismo y el ciclismo y se refiere a una situación en la que el rendimiento físico se deteriora bruscamente a causa del agotamiento de las reservas de glucógeno del hígado y los músculos. Los síntomas ocasionados por el agotamiento de glucógeno incluyen fatiga general, debilidad muscular, hipoglucemia, mareo y alucinaciones. ¡Cámaras!
Ahí lo tienen. Wikipedia no es precisamente muy alentador pero también hay que decir que el riesgo de morir o tener alucinaciones durante la carrera la hacen aún más excitante.

Semana previa a mi primer maratón: Concentración, reposo, muchos carbohidratos, cero alcohol.

Objetivo: Llegar (de preferencia, corriendo).

jueves, 18 de octubre de 2012

Le film du Jeudi: Bluebeard's Eighth Wife

Bluebeard's Eighth Wife
(Dir. Ernst Lubitsch, EUA, 1938)

domingo, 14 de octubre de 2012

Stupeur et tremblements

Hay cosas que llegan solas. Probablemente aquellas que estaban destinadas a llegar. Una de mis primeras lecturas en francés fue la novela Acide Sulfurique de Amélie Nothomb, que fue un regalo de uno de los primeros franceses que conocí (aquel francés que luego se enamoró de una coreana). Emocionado por el regalo y por el reto que significaba, empecé a leer. Desafortunadamente mi francés era aún demasiado rústico y no entendía gran cosa, la lectura se detenía cada dos lineas y, en ocasiones, aún sabiendo el significado de cada palabra de una oración, simplemente no la entendía. Y ahí quedó.

Llego a Tu Lus y una breve visita a una librería bastó para darme cuenta de que Amélie Nothomb es bastante conocida. Aún así, tuvieron que pasar dos años antes de que me volviera a interesar en ella. En un buen rato de ocio me encontré en la tele un programa en el que entrevistaban a la mentada Amélie. Su apariencia y su voz (una especie de Morticia francesa), su memoria prodigiosa y sus respuestas rápidamente me cautivaron. Me quedé pensando en ella y en mi frustrante primer contacto con su obra. Tenía que darle una segunda oportunidad. Buscando por aquí y por allá llegó a mis manos el título que la hizo famosa: Stupeur et tremblements, que comienza así:

Monsieur Haneda était le supérieur de monsieur Omochi, qui était le supérieur de monsieur Saito, qui était le supérieur de mademoiselle Mori, qui était ma supérieure. Et moi, je n'étais la supérieure de personne.
On pourrait dire les choses autrement. J'étais aux ordres de mademoiselle Mori, qui était aux ordres de monsieur Saito, et ainsi de suite, avec cette précision que les ordres pouvaient, en aval, sauter les échelons hiérarchiques. 
Ainsi, dans la compagnie Yamamoto, j'étais aux ordres de tout le monde.
(El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superior. Y yo no era la superior de nadie.
Podemos decir las cosas de otra manera. Yo estaba a las órdenes de la señorita Mori, que estaba a las órdenes del señor Saito, y así sucesivamente, con la precisión que las órdenes podían, además, saltar los escalones jerárquicos.
Así pues, en la compañía Yamamoto, yo estaba a las órdenes de todo mundo.)
 
En estas lineas, donde ya se adivina un humor particular, se anuncia el terrible destino que le espera a la narradora. La autora presta su nombre a su protagonista y de paso le da unos antecedentes propios que justifican la presencia de una joven belga en una compañía japonesa (al parecer, Amélie Nothomb pasó algunos años de su infancia en Japón).

Amélie, llena de ingenuidad y buena voluntad, intentará integrarse a la compañía que no sólo no le permitirá superarse profesionalmente sino que la hundirá gradualmente hasta relegarla a la limpieza de las tazas del baño. En esta especie de descenso al infierno nuestra protagonista se asoma a los límites de su lucidez y aunque siempre procura mantener su dignidad pase lo que pase, hay algunos pasajes de una tristeza y una crueldad absolutos en los que nuestra valiente protagonista inevitablemente se derrumba. Pero Amélie sobrevivirá. Y se despedirá de la compañía no sin antes despedirse de su principal verdugo, mademoiselle Mori (de cuyo rostro Amélie está profundamente enamorada), de la forma mas sádica posible: sin quejarse y reconociendo que ella, su superior, siempre tuvo razón. En la novela está el delicioso secreto que explica esta misteriosa venganza...

Todavía no entiendo bien porqué terminé encantado con la novela. Tal vez por el buen humor de su protagonista. Tal vez por su desenfado. Tal vez por la dignidad que la mantuvo de pie. Tal vez porque yo soy así. Tal vez porque yo no soy así.