martes, 24 de mayo de 2011

Supercampeones vietnamitas

Hace un par de meses el tremendo Chinh me invitó a jugar futbol con sus compitas vietnamitas. Chinh Lu es un compañero matemático de Vietnam que vino a hacer maestría y doctorado acá en la France. ¡Y no es el único! La comunidad vietnamita es bastante grande aquí en Tu Lus. En el instituto uno se encuentra con italianas, chinos, libanesas, argelinas, españolas, rumanos y  anda por ahí también un guapo mexicano. Pero de los extranjeros por mucho son vietnamitas lo que más hay. Aunque esa es otra historia. La cosa es que un buen día el monsieur Lu me invitó a jugar futbol con ellos y de muy buena gana acepté la invitación. 

Una pequeña parte de la comunidad vietnamita

Llegó aquel domingo y uno a uno fueron llegando los compitas de Chinh. Ahí medio nos presentamos (hay que agregar que los vietnamitas tienen un acento bastante particular lo que complica un poco la comunicación) y en breve se armaron los equipos que, por cierto, se han mantenido casi iguales hasta ahora. Y bueno, la verdad es que somos bastante maletas o al menos la mayoría de nosotros. Aquel primer domingo éramos como quince cabrones y unas tres chicas (una de ellas tiene un golpe de balón que varios envidiamos). 

 Hoa en acción

Como pasa muy seguido con el futbol, el juego estuvo bastante intenso. Muchos goles,  muchos golpes, mucha sana diversión. Y si a la pasión propia del juego le agregamos un montón de cabrones de nombres Chinh, Binh, Minh, Hai, Phung, Xuan, Gei o Hoo y gritando cuanta cosa en vietnamita pues aquello se pone bastante divertido. Yo, como siempre, corro y corro sin parar y aquel día la buena fortuna estuvo de mi lado. ¡Andaba imparable! Así que el buen Chinh, que es fan del Manchester United, empezó a decirme Chicharito. ¡Era de esperarse! Entre nuestro parecido físico, nuestro incomparable talento y puesto que prácticamente somos de la misma edad no era para menos. También desde el primer día me acoplé chingón con Binh, un compañero de mi equipo. En los partidos somos como Romario y Bebeto o como Oliver y Tom. 

Nuestro último gol
 
Y tenemos enemigos acérrimos, el duo Chinh-Gei siempre nos da en la madre. Son algo así como los hermano Korioto. Por más que los correteamos siempre se las ingenian para dejarnos atrás. Afortunadamente nuestro defensa estrella, el buen Hoo, casi siempre logra neutralizarlos y si lo dejan a él también, aún tienen que vencer a nuestro portero Hai que llega a tener momentos de inspiración que arrancan sonoros aplausos.

 El enemigo atacando

Y como pasa con todos los grandes futbolistas, el fantasma de la lesión me tuvo en la banca durante tres semanas. Un buen día iba luchando cuerpo a cuerpo por el balón y ándale que me resbalo y caigo encima de mi frágil muñeca. Por supuesto que en el momento no sentí nada pero fue cuestión de esperar unas horas para ver cómo mi mano se convertía en la mano de Frankenstein. Al día siguiente fui al servicio médico universitario y me mandaron a sacar radiografías. Afortunadamente sólo se había estirado de más un ligamento y era cosa de inmovilizar la mano. Me lancé por unas vendas y así estuve durante tres semanas. Ahora mi muñeca está mucho mejor y he vuelto a las andadas.

Así han pasado más de dos meses. Y la mera verdad, la paso a toda madre con los jóvenes vietnamitas. Y aunque nuestras matemáticas van por rumbos diferentes, nos vemos muy seguido por los pasillos del instituto y nos damos un tiempo para platicar, reirnos un poco y recordar buenos momentos del último partido. 

 Todos juntos

'Ora sí que como dicen por ahí: el futbol nos une.

viernes, 20 de mayo de 2011

La última de los 29's

Uff, mañana empezará otra década en la historia de mi vida... De repente, casi todo cambió. Tristemente, Tobías se ha ido. En cambio, ahora me paseo feliz de la vida al lado de mi princesa Malèna por las calles de Tu Lus. Y últimamente todo está mucho mejor por estas tierras: los compitas, el francés, las matemáticas (bueno, éstas últimas suben y bajan).

Es temprano. Más tarde iremos a comprar mi regalito de cumple y empezaremos a festejar. Esta noche, en nuestro cálido hogar. Mañana, como diría Beto Lozano, a la orilla del río...