viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Llegó, llegó, llegó!

Y ahora sí, la soltería terminó. Hace unos días la princesa Malèna y un par de maletas llegaron a Tu Lus para dar paso a lo que será el inicio de nuestra vida juntos. Desde hace la misma cantidad de días lo primero que vemos al despertar es el rostro del otro. ¿Cómo se ve una cara cuando la has visto día tras día? ¿Cómo se ve después de despertar juntos por un tiempo indefinido? No tengo idea, pero que busque la respuesta en su rostro es algo que me llena de ilusión. Han pasado muchos años desde que estamos en la vida del otro y era momento de dar el siguiente paso. Y aquí estamos, intentándolo.

Voy a la cocina a prepararme un té y le pregunto si quiere uno. Ella está haciendo una limonada para más tarde. 

Así será...

domingo, 19 de diciembre de 2010

Tres meses

Mis primeros tres meses. Francamente hasta hace poco empecé a sentirme bien (hasta el vino que me estoy tomando me sabe bien), todo este asunto de la distancia y la soledad es duro. Pero ya pasaron tres meses y aquí estoy: vivo y dispuesto. En cuanto a las matemáticas se refiere, no podría estar mejor. El Gigante bailarín es un tipazo, las sesiones que hemos tenido han sido muy buenas y creo que he logrado avanzar algo en mi problema. La vida académica en el instituto es bastante intensa, he asistido a varios seminarios y como que sí se aplican. Por otro lado, el contacto con otros estudiantes ha sido más bien desafortunado, básicamente no hablo de matemáticas con ninguno. Espero que con el tiempo ésto mejore.

Sigue siendo difícil hablar con los franceses. El idioma ya no es tanto el problema, simplemente no se dejan. También es cierto que yo mismo empiezo a evitarlos. Afortunadamente hay al menos un par que no me ignora. Así que más bien me he acoplado con los extranjeros: la compañera Lorena, el buen Klaus, mademoiselle Wahiba, el señor Ioannis, Monsieur Lu y (te rog să taci) Raluca y Remus. Encantadoras personas.

Esto apenas empieza y, afortunadamente, empezó bien.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El detalle de Amélie Poulain

Debió suceder allá por el 2001.  La famosa peli Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (Francia, 2001) llegó a las salas mexicanas y recuerdo haberla disfrutado mucho la primera vez que la vi. No puedo decir lo mismo de la segunda vez y probablemente no hubo tercera. Pero recuerdo muy bien haberme enamorado locamente de Amélie, de haber suplicado en un cine para que me regalaran el poster de la peli para después pegarlo en mi cuarto y darle besos de vez en cuando. Además, hubo un detalle que nunca olvidé: Hay una escena en donde Amélie está en el cine y nos platica de su afición por captar detalles que nadie más ve. En eso, en la peli que está viendo pasan una escena de un beso en la que al fondo hay una ventana por la que pasa una mosca. Para estar seguro, lo verifiqué en el youtube:


Mucho tiempo me pregunté: ¿Será que aquella peli de verdad existe? Esto de dejar una mosca detrás de una escena en principio romántica es un poco extraño. Pasaron los años, la vida dio vueltas y el asunto parecía haberse olvidado... Hasta ahora. ¡La película existe! Es una peli francesa de 1962 que se llama Jules et Jim y es nada menos que del afamado director François Truffaut. Las casualidades de la vida pusieron en mis manos la peli y, sentadito en la diminuta cama de mi diminuta habitación, me encontré con la mentada escena del beso y la mosca.  
Asunto resuelto.

viernes, 3 de diciembre de 2010

666

"Aquí hay sabiduría. Aquel que tenga inteligencia, que calcule el número de la bestia, pues es el número de un hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis".

Apocalipsis 13:18

Ciertamente el número impone, ¿cómo ignorar su connotación religiosa? Entonces, ¿por qué utilizarlo para ejemplificar la descomposición en primos de un número natural? En el ya mencionado libro An introduction to the theory of numbers de Hardy y Wright, los autores toman el 666 para ilustrar el hecho de que cada natural tiene una descomposición en números primos. ¿Por qué precisamente ese número? ¿Por qué no el famoso 1729 de la anécdota Hardy-Ramanujan? ¿Qué tal algún número perfecto? No, el 666 resultó el ejemplo más apropiado. ¿Acaso los autores querían dejar un mensaje subliminal que habría de alcanzar nuestros subconcientes para (después de carcomer nuestras buenas conciencias) convertirnos en integrantes de alguna secta satánica? Vayan ustedes a saber... 

Lo que sí sé, es que últimamente sueños extraños me acosan por las noches. ¡Ay, Dios mío! ¡No me condenes por leer un libro blasfemo de Teoría de números!