viernes, 17 de mayo de 2013

Les films de la saison: L'écume des jours.

Hace tiempo mi compita y hermana académica Camila me recomendó a un mentado Boris Vian. De todas las novelas que Monsieur Vian escribió, destaca una que se convertiría en un gran clásico de la literatura francesa contemporánea: L'écume des jours. Siguiendo la recomendación, me compré la novela. Y así empieza esta historia.
Como pasa seguido en las expresiones artísticas de este país, la novela es sumamente depresiva. La primera parte de la novela, en la que Colin conoce a Chloé y se casan, tiene algunos momentos divertidos e incluso mágicos, pero debo decir que me cansó su insistencia en ciertos detalles que deberían agradar por su originalidad pero que terminan por fastidiar por su artificialidad. La segunda parte, en la que Chloé atrapa una terrible enfermedad que obliga a Colin a buscar trabajo, me gustó mucho más. A partir de la enfermedad de Chloé, la novela se vuelve oscura y el optimismo y desenfado del principio se convierten en desesperación y muerte. La mitad de los protagonistas tendrá un trágico final. Incluso la mascota de Colin, un pequeño y bigotón ratón, termina por suicidarse.
L'écume des jours ha sido recientemente adaptada al cine por Michael Gondry. La adaptación sigue el estilo del director en su máxima expresión. Para algunos, incluso demasiado. En lo que a mi respecta, creo que la película sufre de lo mismo que el libro: una primera parte absolutamente ñoña y una segunda parte oscura y mucho más atractiva. Aunque, como pasa seguido, la adaptación se queda corta. Boris Vian creó un imaginario tan mágico como sombrío que la película sólo logra presentar de manera superficial. Tal vez el mayor logro de la adaptación de la novela está en la frescura y vitalidad con la que el actor principal interpreta al protagonista. El personaje aparece, justo como en la novela, como un jovenazo inocente, despreocupado por la vida y que sólo sueña con enamorarse. Después, el actor presenta con firmeza y sinceridad la evolución del personaje hacia la desesperación y la resignación.

Elle ferma ses petits yeux noirs et replaça sa tête en position. Le chat laissa reposer avec précaution ses canines acérées sur le cou mince, doux et gris. Les moustaches noires de la souris se mêlaient aux siennes. Il déroula sa queue touffue et la laissa traîner sur le trottoir.
 
Il venait, en chantant, onze petites filles aveugles de l'orphelinat de Jules l'Apostolique.

L'écume des jours
Boris Vian

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