viernes, 29 de julio de 2011

El espíritu de la colmena (conclusión)

Ana: ¿En dónde has dejado las cerillas?
Isabel: En el cajón.
Ana: Isabel, cuéntame lo que me ibas a contar.
Isabel: ¿El qué?
Ana: La película.
Isabel: Ahora no, mañana.
Ana: Ahora, me lo has prometido. ¿Porqué el monstruo mata a la niña y porqué le matan luego a él?

Isabel

Ana: No lo sabes, eres una mentirosa.
Isabel: No lo matan y a la niña tampoco.
Ana: ¿Y tú cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no muere?
Isabel: Porque en el cine todo es mentira, es un truco. Además yo lo he visto a él vivo.
Ana: ¿Dónde?
Isabel: En un sitio que yo sé, cerca del pueblo. La gente no le puede ver, sólo sale por las noches.
Ana: ¿Es un fantasma?
Isabel: No, es un espíritu.
Ana: ¿Como el que dice Doña Lucía?
Isabel: Sí, pero los espíritus no tienen cuerpo. Por eso no se les puede matar.
Ana: Pero en la película él sí tenía. Tenía brazos, tenía pies, tenía todo.
Isabel: Eso es cuando se disfraza para salir a la calle.
Ana: ¿Y si sólo sale por las noches, cómo puedes hablar tú con él? 
Isabel: Ya te he dicho que es un espíritu. Si eres su amiga puedes hablar con él cuando quieras. Cierras los ojos y le llamas: Soy Ana, soy Ana...

Ana

Tendrán que pasar algunos años para que olvide estas lineas. Las niñas, acostadas en sus respectivas camas y mirándose de frente, inician el diálogo que motiva lo que vendrá después. Escuchamos cada línea mientras vemos sus rostros ocupando toda la pantalla: Isabel, maligna; Ana, maravillosamente ingenua. El momento es enternecedor y escalofriante a la vez. No hay música, no hay color, no hay movimiento. El diálogo apenas susurrado, la expresión cruel en el rostro de Isabel mientras enreda a su pequeña e inocente hermana en una fantasía de la que no saldrá ilesa y la mirada fija de Ana que, conforme avanza el relato de Isabel, se va transformando en una mezcla de fascinación, temor y esperanza, hacen de esta escena un momento hipnótico e inquietante.

El resto de la película sigue esta dirección. Tomas muy largas, colores opacos, un poco de música apenas perceptible y, sobre todo, llena de silencios (uno de los autores que consulté sugiere que El espíritu de la colmena es la película más silenciosa del cine español). También hay que decir que buena parte del mérito de la película se lo llevan esos enormes, brillantes y cautivadores ojos de Ana Torrent de seis años.

Termino diciendo que este proceso de estudiar una pelicula fue bastante enriquecedor y, de paso, sirvió de maravilla para respirar un poco en medio de tantas matemáticas. Pasé un par de días en la biblioteca de la cinemateca (nunca había estado en una biblioteca de cine y puedo decir que la experiencia fue bastante especial) y dediqué algunas horas a la lectura de análisis, reseñas, críticas y demás así como textos sobre la historia de la guerra civil española. Aunque al final la presentación en si no quedó muy bien (me tocó presentar la peli con un francesillo que esencialmente se adueñó de la presentación) me quedo con una rica experiencia que encantado intentaré, en lo posible, repetir.

Fin


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