viernes, 5 de junio de 2009

Premoniciones

Lunes: En sueños, el tremendo chilaquil de nombre Rafael, mejor conocido como el Rafa, y yo, nos dirigimos a La frontera por algún asunto. Allá, en mi ciudad, aunque no lo parece, el chilaquil y yo recorremos las calles y nos vamos encontrando una y otra vez con mis viejos amigos del teatro. Les presento al chilaquil y seguimos nuestras andanzas. Y no recuerdo más.

Martes: Nuevamente en sueños, el chilaquil aparece. Esta vez en una situación más comprometedora. Nos encontramos en una habitación cada uno acompañado de conocidas chicas y después de un rato, tremendas mazapaneadas empiezan a suceder. Cada uno con la respectiva chica. ¡Y tremendas mazapaneadas que fueron! Y no recuerdo más.

Empiezo a preocuparme. Siguiendo la línea de sueños, que se puso más intensa de un día para otro, el hombre no deseado de mis sueños podría aparecer nuevamente y no quiero pensar en qué circunstancias. Pero el miércoles no sucede nada. El jueves, el chilaquil y yo asistimos a un torneo de dominó en La palapa y después de dos partidas, una a nuestro favor, otra no, y con tres cervezas encima nos retiramos. Ya prendidos, terminamos en casa del chilaquil tomándonos casi una botella completa de whiskey. Ahogados de borrachos nos vamos a dormir (¡en camas diferentes!). A la mañana siguiente, la de hoy, amanezco con una cruda insoportable. Vómito tras vómito toda la mañana y así hasta las dos de la tarde. Regreso a mi hogar temblando, sediento y hambriento. Un alka-seltzer será parte de la solución. Un poco de agua. Conecto mi celular para que se cargue. Después el milagro: un plato de choco krispis y un vaso de leche muy fría. Vuelvo a mi cama y después de una hora de sueño resucito. Mágicamente el sufrimiento desapareció. Me levanto, otro choco krispis y más leche. Estoy vivo nuevamente. El celular me avisa que la batería está totalmente cargada. Mi celular y yo hemos vuelto a la vida. Otra simpática coincidencia: un día antes había comprado la leche y luego me di cuenta de que caducaría pronto. O sea, había que tomársela ya. Y esa leche a punto de morir fue la que me resucitó.

Me había equivocado. Aquellos sueños no estaban anunciando un sueño más atrevido de tintes homosexuales. No. Estaban anunciando una noche de excesos y de simpáticas coincidencias. Menos mal.

2 comentarios:

  1. "Aquellos sueños no estaban anunciando un sueño más atrevido de tintes homosexuales"

    Eso es lo que tu crees ejejejejejej

    Abrazo

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  2. Huele a amor prohido!!!! y no porque sea un amor homosexual, si no porque ya tienen dueñas, jajaja

    Saludos Pelón!!!

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