sábado, 10 de octubre de 2009

Hongos

En Tetela del Volcán, un pequeño pueblo de Morelos, cada temporada de lluvias hay hongos. Hongos alucinógenos. Lo hacemos: Segismundo, el Papa y yo nos lanzamos al pueblito a buscar la aventura. Y así empezó.

Llegamos al lugar, pedimos hongos. No hay. Sólo algunos enmielados. Parece que de esta manera los conservan para venderlos después. Después de un rato, nos dicen que sí tienen algunos frescos pero pocos. Vamos a ver y mis acompañantes, más experimentados, dicen que con eso basta. Al final de la jornada hasta sobraron. Ya con honguitos nos internamos en la montaña. Caminamos unos veinte minutos hacia adentro. Llevábamos tienda de campaña, tambores, una pequeña flauta, cobijas, agua y algunas frutas. Pensábamos pasar la noche ahí. Eran como las 8 o 9 de la noche. Una brillante luna llena nos iba iluminando el camino. Llegamos. Armamos la tienda, intentamos prender una fogata (sin éxito, la madera estaba muy húmeda) y nos relajamos.

Después de un rato empezamos. Hacemos un círculo alrededor de una cubeta de agua y uno a uno vamos tomando los honguitos. Primero dos. Los metemos al agua para quitarles el exceso de tierra. Entran. La cabecita no sabe a nada particular, en cambio el tallo es muy acido pero rico. Me gustaron. Se queda un rato la acidez en la boca. Otros dos. Termino comiéndome siete honguitos. Y a esperar. El efecto no es inmediato, la digestión es lenta. Algunos tocan los tambores, yo los acompaño con la flauta. Después de un rato, empiezo a sentir pesadez en el cuerpo. Veo a mis compañeros que se sientan o se acuestan. Me siento enfrente de una plantita y pienso: "A ver, háblame, muévete, ponte de colores". No sucede. Me acuesto y me empiezo a clavar un rato con las nubes. Figuritas blancas, nada espectacular. Cierro los ojos y, un poco forzadas, aparecen figuras geométricas de colores. Un poco forzado. "Ni modo", empiezo a pensar, "no va a suceder". Veo a los demás, idos. Uno de ellos no deja de reirse escandalosamente. No sucede. Mejor me levanto y me voy a caminar.

Llego a un camino que tiene dos direcciones: una medio iluminada, la otra oscura, borrosa. Naturalmente me voy por la que no distingo bien. Desde donde estaba no se veía camino pero en cuanto me acercaba aparecía a mis pies. "Así va a ser", pensé, "simplemente voy a seguir el caminito". Y si veía hacia adelante nuevamente no distinguía nada, pero en cuanto me acercaba tenía un camino a mis pies. Seguí. Llegué a una parte sin árboles y empecé a fantasear con perderme, caer desmayado, azotar. Cerré los ojos y lo intenté. Me empecé a marear. Mis rodillas temblaban. Medio me tropezaba. No sé cuánto duró esto pero de repente abrí los ojos y respiré.

Al fondo se adivinaba un camino oscuro entre los arbolitos. "Un bosque mágico", pensé. Me metí. Por momentos, la luz de la luna iluminaba el camino aunque gran parte estaba en penumbra. Estos juegos de luz le daban al lugar un aspecto tenebroso. Pero nunca tuve miedo. La naturaleza me recibía en sus entrañas sin ningún inconveniente. Por momentos, me parecía distinguir en los árboles una actitud de reyes en sus tronos, imponentes, silenciosos. Debajo de ellos me detenía y pensaba en seguir o no seguir, en cuál camino tomar, en el sentido de seguir. Lo mejor de todo era que siempre estuve tranquilo. Supongo que sobrio no habría caminado tanto. Era como si la naturaleza me dijera: "No importa, todo está en ti, escoge". Y así, sin más, seguí. Tomé otro camino y llegué hasta una reja que impedía el paso. ¿Y ahora? Recordé a mi amigo Ramiro diciéndome: "No retes a la naturaleza". Salté la reja y seguí. Pensé: "Ramiro, princesa Malèna, cuídenme". Después la princesa Malèna me confesaría que esa noche soñó conmigo. En el sueño veía mi silueta y mi mano tratando de alcanzarla. Me escuchó.

Ahora el camino era cuesta arriba. Empecé a sudar. Traía conmigo mi cobija y ya más bien la iba arrastrando. Iba sude y sude y piense y piense. Y pensaba bien, como que el rollo de que no estaba sucediendo nada hacía un rato lo olvidé y empecé a disfrutarlo. Todo lo que pensaba era bonito, no tenía miedo, cualquier cosa que llegaba a mi cabeza tenía un lado optimista y bueno. En esos momentos ya estaba totalmente encantado. Así llegué a un lugar fantástico. Había muchísimas plantas secas todas alineadas viendo a la luna, apuntando a la luna. Eso me maravilló. Tal vez era todo irreal, pero a mí me parecía que esa parte de la montaña era espectacular y estaba en ella. En esa parte no había árboles tapando a la luna así que aquella vista era simplemente maravillosa. Despues de eso estaba considerando volver pero en el fondo se veía otro caminito que seguía subiendo. Y, por supuesto, lo seguí.

Llegué a un lugar en donde alguien había estado antes porque había botellas de plástico en el suelo. Eso me molestó. Esa basura no pertenecía a ese lugar. Pero no me clavé en eso. Seguí subiendo. Un poco nada más. Llegué a un lugar lleno de hojas secas. Hice a un lado la cobija, me desabroché la chamarra y me acosté. Ya no tenía frío, ni miedo ni nada. Estaba totalmente relajado. Mi cuerpo no se movía. Sólo veía las sombras de las ramas de un árbol llenas de hojas encima de mí y la luna al fondo. Y seguí pensando. De repente, no sé cómo, me clavé un buen rato en el sonido de las risas de mis amigos. Una tras otra iban apareciendo y eso me hacía sentir muy bien. Me hacía sonreir. Y con particular fuerza, resonaba en mi cabeza la risa de la princesa Malèna.

Pensé mucho en ella. Me sentí absolutamente feliz por tenerla a mi lado, por amarla profundamente. En eso estaba cuando se me ocurrió hablarle. Me parecía perfectamente posible que me pudiera oir, tal vez en sus sueños. No emitía ningún sonido, sólo pensaba. Lo intenté. Le hablaba y esperaba un momento. No pasaba nada. Ninguna respuesta. En la espera, un silencio absoluto aparecía. Y lo volvía a intentar. No contestaba. Pero el silencio estaba ahí. Único. Mágico. Real.

Después de un rato, mis pensamientos me llevaron a otro lado, no recuerdo a dónde. Pero estaba totalmente en paz. Oía como caían las hojas detrás de mí y no me inmutaba en lo absoluto. Después de un rato finalmente me levanté e inicié el recorrido de vuelta. Y en cada lugar me detenía, agradecía y seguía. Buena parte del camino de regreso lo hice sin problemas pero cuando llegué al lugar donde estuve alucinándome con desmayarme ya no supe para donde ir. Me perdí. Caminé para un lado, no lo reconocía y volvía. Pero no volvía al mismo lugar. Y esto se repitió varias veces. Cada vez que según yo hacía un recorrido en sentido inverso llegaba a otro lugar: ¡Estaba perdido! Ya habían pasado algunas horas así que ya estaba volviendo en mí y me asusté. Estaba completamente sudado por los nervios y después de un rato de caminar y caminar, mejor me senté para tranquilizarme. Pensaba que lo peor que podría pasar era que amaneciera y mis amigos me buscarían y punto. Estarían molestos pero ni modo. Estaba en eso cuando por ahí vi un caminito más. Oscuro. No había pasado por ahí pero lo seguí. Eso fue mi salvación. Al menos pude llegar a la zona donde me quería desmayar. Y desde ahí, como de ensueño, oí a lo lejos la risa loca de mi compañero. Eso me salvó. A la chingada los caminitos, me fui atravesando entre las yerbas, terminé todo empapado pero finalmente llegué. Sano y salvo. Le agradecí a mi compañero. Me había salvado la vida.

Después de aquello pasamos el resto de la madrugada platicando nuestras experiencias y riéndonos de todo. Nos dormimos, amaneció, recogimos nuestras cositas y emprendimos el viaje de regreso a La primavera. Nos detuvimos en el camino a comer unos deliciosos tacos de cecina de Yecapixtla. Desde ahí, nos despedimos de Tetela del Volcán.

8 comentarios:

  1. Qué padre! Yo tambien fui y tuve una experiencia muy parecida, esa sensación que dices de sentirte bienvenido por la naturaleza, sin miedos ni nada está increíble. Lo disfruté muchisímo

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  2. Tetela del Volcán es mágica!!!! Deberían comentarles esto a sus demás amigos por favor denle esa publicidad que se merece este bello pueblo, con o son hongos o alguna sustancia piscotrópica Tetela es mágica!!! Su naturaleza y clima es lo mejor que podemos ofrecerles, cuando gusten aquí esta su casa todo el año encuentran de todo para poder dar un buen viaje como este!! Saludos desde champiland =D

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  3. magico lugar!!! experiencias muy parecidas, de hehco en dos ocasiones fui a comer solo, fue como en reconciliacion con el champi, un mes antes me habia metido un mal viaje por comer en lugares nada vibrados........regresaria solo algun dia de estos saludos cordiales

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  4. hola yo tambn soy de morelos, conozco tetela, pero nunca me he puesto con hongos, así que me surgen preguntas, como los conseguiste? los recolectaste o los venden? los venden en puestos o como? le pregnto a la gente, estan ahi en el centro, bueno gracias

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  5. hola yo tengo las mismas preguntas que el comentario anterior ¿será que me puedes escribir con los detalles? mi correo es carlaloyo@hotmail.com

    te lo agradecería infinitamente.

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  6. HOLA IGUAL A LAS PREGUNTAS ANTERIORES QUIEN NOS PUEDE PROPORCIONAR LOS HONGOS
    ICHIEMPITAKE@HOTMAIL.COM

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  7. yo soy de tetela del volcán es 02 de julio del 2020 y cuando gusten venir yo los llevo al monte a conseguir es una buena aventura.

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  8. cómo te contacto amigo, estoy muy interesada mora.sofia94@gmail.com

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